lunes, 23 de agosto de 2010

Easy



Es imposible vivir intensamente sin equivocarse, tomar decisiones sin correr el riesgo de hacer algo indebido o desagradar a alguien. Yo he cometido tantos erroresque necesitaría el espacio de todo el periódico para poder enumerarlos. Meto la pata cada día y me equivoco mil veces en mis relaciones sociales y personales. Mi vida es una colección de errores, y la amplío regularmente.

Equivocarse es esencia del ser humano y de su avance. Es la base del aprendizaje de todas esas cosas para las que no existe un manual de instrucciones. Es nuestra forma natural de autoevaluarnos. Probamos, erramos y corregimos para poder hacerlo bien cuando se presente la siguiente oportunidad. Ser consciente de un error es el primer paso para no volver a caer en él. Admitir nuestros fallos es el camino para mejorar nuestra relación con los que nos rodean.
Sin embargo, vivimos en una sociedad que castiga y se burla del error ajeno. Nos obliga a parecer infalibles. Nuestro modelo de educación ha provocado que el sentimiento de culpa esté grabado a fuego en nuestro subconsciente. En ese contexto, si no admites tu equivocación es como si no lo hubieras cometido. Si no pides disculpas no tienes nada de lo que preocuparte. Nada sobre lo que recapacitar y aprender.
Me cuesta tratar con las personas que nunca se equivocan. O tienen miedo, o nunca han tomado una iniciativa o son muy prepotentes. Aunque, lo más probable, es que estén demasiado equivocadas...

2 comentarios:

  1. Holaa!! me gusta mucho tu blog!! ya te sigo ;) !!
    pasate por el mío si quieres,

    www.loquetesusurremientrasdormias.blogspot.com

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  2. :) Muchísimas gracias, de verdad. Para nosotras vuestros comentarios son mazo importantes. ¡Claro que nos pasaremos!

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